BLOG PNI (SISTEMA DIGESTIVO Y HÁBITOS)

PUBLICACION 1 (MES 1)Psiconeuroinmunología: un puente entre sistema digestivo, hábitos y bienestar integral

Un nuevo paradigma de la salud

En los últimos años, la salud se entiende de una manera cada vez más integral. Ya no basta con mirar un síntoma de forma aislada; es necesario comprender cómo distintos sistemas del cuerpo interactúan entre sí. La Psiconeuroinmunología (PNI) surge como una disciplina científica que estudia la relación entre el sistema nervioso, el sistema inmunitario, el sistema endocrino y el aparato digestivo, poniendo el foco en cómo los hábitos de vida (epigenética) impactan en nuestra salud global.

En nuestra consulta de Pamplona y Aoiz, trabajamos desde esta visión integradora para acompañar a las personas a mejorar su bienestar físico y emocional. Este mes queremos poner el acento en dos pilares básicos: la digestión y los hábitos cotidianos, porque son parte de la base sobre la que se construye una buena salud y que no debemos olvidar que elegimos a diario.

Qué es la Psiconeuroinmunología (PNI)

La PNI es una ciencia que investiga la interacción entre la mente, las emociones, el sistema nervioso, el sistema inmune y la fisiología general del organismo.
En otras palabras, estudia cómo lo que pensamos, sentimos y hacemos repercute en nuestras defensas, en nuestra energía, en nuestra digestión y en nuestro bienestar. Por ello es importante saber elegir en cada momento.

Un ejemplo sencillo: cuando atravesamos una etapa de estrés crónico, nuestro cerebro activa una cascada hormonal que puede alterar el funcionamiento intestinal, aumentar la inflamación y debilitar el sistema inmune. Esa misma situación de tensión emocional puede manifestarse con síntomas físicos como digestiones pesadas, problemas de sueño, cansancio o mayor susceptibilidad a infecciones.

La PNI no separa estas piezas: las une para entender al ser humano en su totalidad.

La digestión como punto de partida de la salud

El aparato digestivo es uno de los ejes principales de la PNI. El intestino no solo es responsable de transformar los alimentos en nutrientes, sino que alberga millones de bacterias la microbiota intestinal que participan en funciones inmunológicas, metabólicas y con influencia más que contrastada en nuestras emociones.

De hecho, se habla del intestino como “el segundo cerebro”, porque está conectado directamente con el sistema nervioso central a través del eje intestino-cerebro (nervio Vago). Alteraciones digestivas como inflamación, gases, diarreas o estreñimiento no son solo molestias locales: pueden afectar a la concentración, al estado de ánimo y a la energía diaria, y son un indicativo de que algo no está funcionando como debería.

En la consulta vemos a menudo casos de personas que llegan con digestiones lentas, cansancio después de comer o problemas de hinchazón entre otras. La clave está en analizar su alimentación, sus niveles de estrés, sus hábitos de sueño y su movimiento físico. No existe una única causa, sino una red de factores que deben abordarse en conjunto para poder encontrar el camino hacia la salud.

Hábitos básicos: la base de la terapia PNI

La PNI no se centra únicamente en resolver síntomas, sino en restaurar hábitos de vida saludables. Estos son los pilares fundamentales sobre los que trabajamos:

  • Nutrición consciente y personalizada:
    No se trata de seguir dietas rígidas, sino de adaptar la alimentación a cada persona. Elegir la comida real alimentos frescos, naturales y variados frente a productos procesados, altamente cargados de químicos, colorantes, potenciadores del sabor, etc. Elegir alimentos reales permite reducir la inflamación, mejorar la microbiota y dar al organismo los nutrientes que necesita para funcionar de forma óptima.
  • Ejercicio físico adaptado:
    El movimiento es un potente regulador de la salud. Entrenamientos de fuerza, caminatas o rutinas adaptadas a cada condición mejoran el metabolismo, regulan la glucemia (azúcar en sangre) y fortalecen el sistema inmune.
  • Sueño y descanso reparador:
    Dormir bien no es un lujo, es una necesidad biológica. Durante el sueño profundo, el cuerpo regula hormonas, fortalece la memoria y permite la reparación celular entre otras muchas funciones. La falta de descanso es uno de los grandes enemigos de la digestión y del sistema inmune y de nuestra salud y estado de equilibrio general. Uno de los mayores hackeadores del sueño es la luz azul, cuidado las pantallas de móvil, Tablet, ordenador antes de ir a dormir. Las pautas y los horarios de acostarse marcan la diferencia entre un sueño reparador o uno deficiente en descanso.
  • Gestión emocional y estrés:
    La forma en que vivimos nuestras emociones influye directamente en la salud física. Técnicas de respiración, mindfulness o acompañamiento terapéutico ayudan a reducir la activación constante del sistema nervioso simpático, devolviendo equilibrio al cuerpo. Tengamos en cuenta que nuestra microbiota influye de manera directa en nuestras emociones y gestión emocional.

Trabajo en consulta

En nuestros centros de Pamplona y Aoiz aplicamos la PNI de forma práctica, siempre desde una metodología individualizada:

  1. Evaluación inicial completa: analizamos el estado digestivo, hábitos de alimentación, sueño, nivel de actividad física y factores emocionales o de estrés.
  2. Diseño de un plan personalizado: cada persona recibe recomendaciones específicas, siempre adaptadas a su realidad diaria. No hay protocolos cerrados, sino un acompañamiento único.
  3. Acompañamiento y seguimiento: la clave está en los pequeños cambios en los hábitos sostenidos en el tiempo. Revisamos la evolución, ajustamos pautas y reforzamos los logros.

Un ejemplo práctico:
Una persona llega con digestiones pesadas y cansancio después de las comidas. Tras la evaluación, observamos que su alimentación incluye ultraprocesados, su nivel de estrés es alto y duerme menos de seis horas al día. El trabajo no consiste únicamente en “cambiar la dieta”, sino en integrar pasos progresivos: mejorar la calidad de los alimentos, establecer horarios de comidas más regulares, introducir técnicas de respiración y asegurar un descanso más reparador. Los resultados no tardan en llegar: mejor digestión, más energía y mayor claridad mental.

Beneficios de la PNI en la vida diaria

La aplicación de la PNI en consulta ofrece beneficios tangibles que las personas perciben en su día a día:

  • Mejorar la digestión y la absorción de nutrientes.
  • Recuperar energía y vitalidad.
  • Dormir mejor y sentirse más descansado.
  • Regular el sistema inmune y disminuir procesos inflamatorios.
  • Aprender a gestionar el estrés de manera saludable.
  • Prevenir enfermedades a largo plazo mediante hábitos sólidos.
  • Sentirse acompañado en un proceso integral de salud.

Tu salud comienza en los hábitos

La Psiconeuroinmunología nos recuerda que la salud no depende de un único factor, sino de la interacción entre todos los sistemas del cuerpo. Nutrición, movimiento, emociones, descanso y sistema inmune forman una red que podemos cuidar desde la consulta y en la vida cotidiana.

Si sientes que tu digestión no funciona como debería, que el estrés afecta a tu energía o que necesitas dar un giro hacia hábitos más saludables, la PNI puede ser el camino para recuperar el equilibrio.

Te invitamos a interactuar con este artículo:

¿Qué aspecto de tu salud te preocupa más ahora mismo, la digestión, el descanso, o la energía diaria? Déjalo en comentarios, estaremos encantados de leerte.

Y si quieres dar el primer paso hacia tu bienestar, pide tu cita en nuestras consultas de Pamplona y Aoiz. Te acompañaremos en un proceso individualizado para que tu cuerpo y tu mente trabajen a tu favor.

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PUBLICACIÓN 2 (MES 1) ¿Por qué mi digestión afecta a mi energía diaria?

Relación entre digestión, cansancio y concentración

¿Alguna vez te has sentido pesado, cansado, con sueño o con la mente nublada después de comer? No eres el único. En consulta es una de las quejas más comunes: personas que empiezan el día con energía, pero tras las comidas sienten que el cuerpo les “pide sofá” en lugar de concentración o rendimiento.

La digestión no es solo un proceso físico que transforma lo que comes en nutrientes; también tiene un impacto directo en tu vitalidad, tu estado de ánimo y tu capacidad de concentración. Y aquí es donde la Psiconeuroinmunología (PNI) nos da una visión integradora: lo que sucede en tu intestino no se queda ahí, afecta a tu sistema inmune, a tu cerebro y, en consecuencia, a tu día a día.

Digestión y energía: la base fisiológica

La digestión requiere energía. Después de comer, una parte importante del flujo sanguíneo se dirige al aparato digestivo para procesar los alimentos. Este fenómeno explica la sensación de cansancio o somnolencia postprandial, pero la cosa va más allá.

Cuando ingerimos comidas ricas en azúcares simples o en harinas refinadas, se producen picos de glucosa en sangre. El cuerpo responde liberando insulina, lo que a menudo genera una caída brusca posterior (hipoglucemia relativa). El resultado: cansancio, falta de concentración y, en ocasiones, irritabilidad.

Además, una digestión difícil (por exceso de grasas poco saludables, ultra procesados o por alteraciones de la microbiota) puede generar inflamación de bajo grado, una situación crónica que agota al sistema inmune y contribuye a la fatiga persistente. Ese estado es denominado neuroinflamación, nuestro cerebro se “inflama” generando Frogi brain

En otras palabras: no solo importa lo que comes, que es sumamente importante sino cómo tu cuerpo tiene la capacidad de digerirlo.

La PNI y el eje intestino-cerebro

La Psiconeuroinmunología (PNI) estudia la interacción entre los sistemas nervioso, inmune, endocrino y digestivo. Desde esta perspectiva, la digestión está íntimamente conectada con tu energía mental y física.

El eje intestino-cerebro es un canal de comunicación constante en el que intervienen neurotransmisores, hormonas y la propia microbiota intestinal. De hecho, alrededor del 90% de la serotonina (neurotransmisor relacionado con el bienestar y la motivación) se produce en el intestino. ¿Qué ocurriría si mi intestina no produce la serotonina necesaria?, ¿Qué sensaciones tendría?

Cuando la microbiota está desequilibrada por estrés, falta de sueño, antibióticos, falta de fibra o una alimentación deficitaria en micronutrientes o mal planificada, esta producción se altera. Y lo que sucede en el intestino termina reflejándose en el cerebro: apatía, falta de concentración, cambios de humor y un cansancio que no se explica solo por dormir poco.

Casos comunes en consulta

A lo largo de los años he acompañado a muchas personas que llegan a consulta con este patrón: comen, pero sienten que pierden energía en lugar de ganarla. Estos son algunos ejemplos (anonimizados, pero reales):

  • María, 42 años, administrativa: Después de comer pasta o bocadillos en el trabajo, notaba un bajón de energía tan grande que le costaba mantenerse despierta frente al ordenador. Descubrimos que su problema estaba en la desregulación de la glucosa y en una microbiota poco diversa. Con ajustes en su alimentación, mejor sueño y pequeñas pausas de movimiento, su energía cambió en pocas semanas.
  • Javier, 33 años, corredor amateur: Llegaba a los entrenamientos con la sensación de “pesadez” y sin chispa. Su dieta era rica en carnes procesadas y escasa en verduras y frutas. El resultado era una digestión lenta y una inflamación intestinal que se traducía en menor rendimiento, además de síntomas gastrointestinales. Mejorando la calidad de los alimentos y ajustando horarios, recuperó la ligereza y la fuerza.
  • Ana, 50 años, ejecutiva: El estrés constante, las comidas rápidas y el exceso de café habían pasado factura. No solo estaba cansada, sino que su capacidad de concentración había caído en picado. En su caso, trabajar desde la PNI con técnicas de gestión del estrés, reeducación del descanso y reequilibrio intestinal fue clave para recuperar claridad mental y vitalidad.

Estos ejemplos reflejan lo que tantas veces escucho: “mi digestión me roba energía”. Y sí, la ciencia confirma que existe una relación directa.

Cómo la digestión impacta en ánimo y rendimiento

El intestino es mucho más que un tubo digestivo. Es un órgano inmunológico y neuroendocrino de primera línea.

  • Neurotransmisores: gran parte de la serotonina y la dopamina, relacionadas con motivación, bienestar y atención, se producen en el intestino.
  • Inflamación: una microbiota desequilibrada puede producir endotoxinas que atraviesan la barrera intestinal y generan inflamación sistémica, lo que se traduce en cansancio y niebla mental.
  • Rendimiento cognitivo: estudios recientes muestran que la salud intestinal está ligada a la memoria, la concentración y la rapidez mental.

Cuando la digestión falla, no solo hay gases o pesadez: hay un impacto en el ánimo, en la capacidad de rendir en el trabajo o en el deporte, y en la motivación para afrontar el día.

Claves prácticas para mejorar tu energía a través de la digestión

La buena noticia es que tu digestión se puede entrenar y cuidar. Aquí tienes algunas estrategias sencillas pero poderosas:

  1. Come alimentos reales: prioriza frutas, verduras, legumbres, proteínas de calidad y grasas saludables. Evita ultra procesados y azúcares añadidos.
  2. Cuida tus ritmos circadianos: respeta horarios de comida y sueño. Cenar tarde y copioso suele afectar al descanso y a la energía del día siguiente.
  3. Mastica bien y come sin prisas: la digestión empieza en la boca; masticar activa enzimas y evita sobrecargar el estómago.
  4. Incluye fibra y prebióticos: fibra soluble y no soluble son las que ayudan a mantener una microbiota diversa y activa, con un buen tránsito intestinal clave para producir energía y neurotransmisores.
  5. Muévete tras las comidas: No te sientes, caminar 10-15 minutos favorece la digestión y la regulación de la glucosa. Un paseo suave y aprovechando rayos solares de
  6. Gestiona el estrés: el cortisol elevado afecta tanto a la microbiota como a la producción de energía. Técnicas de respiración, meditación o yoga son grandes aliados.
  7. Duerme bien: un sueño reparador es esencial para la regulación metabólica y digestiva.

Conclusión: tu digestión es tu energía

Si notas cansancio constante, digestiones pesadas o dificultades para concentrarte después de comer, tu intestino puede estar enviándote una señal. La digestión no es solo cuestión de estómago: es un proceso integral que afecta a tu energía, tu ánimo y tu rendimiento diario.

La Psiconeuroinmunología nos permite entender esta relación desde una perspectiva global, integrando alimentación, sistema inmune, emociones y hábitos de vida.

👉 En Centro Madaka trabajamos contigo para que recuperes tu vitalidad y equilibrio. Desde la PNI, la nutrición personalizada y la terapia integrativa, buscamos la raíz de tu cansancio para ayudarte a mejorar tu digestión, tu concentración y tu energía diaria.

No te conformes con “es normal estar cansado después de comer”. Tu cuerpo puede rendir mejor.
Reserva tu cita y empieza hoy a construir la energía que necesitas para tu vida.

 

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PUBLICACIÓN 3   (MES 1).   Colon irritable: un abordaje más allá de la dieta

Cómo la Psiconeuroinmunología (PNI) ayuda a entender y tratar el síndrome de intestino irritable.

Mucho más que un problema digestivo

El colon irritable o síndrome de intestino irritable (SII) es una de las consultas más frecuentes en gastroenterología y en atención primaria. Se calcula que afecta a entre un 10 y un 15% de la población, con mayor incidencia en mujeres, y su impacto en la calidad de vida puede ser enorme. Dolor abdominal, hinchazón, diarrea, estreñimiento o alternancia de ambos son síntomas que condicionan la vida diaria, las relaciones sociales y hasta el estado de ánimo.

Tradicionalmente, el abordaje del colon irritable ha girado en torno a la dieta: eliminar ciertos alimentos, seguir pautas bajas en FODMAP, reducir la cafeína, el alcohol o los ultra procesados. Sin embargo, para muchos pacientes estas estrategias solo ofrecen un alivio parcial y temporal.

¿Por qué? Porque el colon irritable no es solo un trastorno del intestino, sino el resultado de un desequilibrio multifactorial en el que interactúan el sistema digestivo, el sistema nervioso, el sistema  inmunológico, las emociones y los hábitos de vida. Aquí es donde la Psiconeuroinmunología (PNI) ofrece una perspectiva integradora y transformadora.

La microbiota intestinal: un ecosistema clave en el colon irritable

El intestino humano alberga billones de microorganismos que conforman la microbiota intestinal, un ecosistema que influye directamente en la digestión, el sistema inmune y hasta en el estado de ánimo.

En el colon irritable se ha observado con frecuencia una disbiosis:

  • Reducción de bacterias beneficiosas (como bifidobacterias o lactobacilos).
  • Aumento de especies proinflamatorias.
  • Alteraciones en la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC), (fundamentales para nutrir a las células intestinales).

La PNI entiende que no basta con añadir probióticos de forma aislada. El objetivo debe ser  restaurar la diversidad microbiana a través de:

  • Alimentación equilibrada, rica en fibra fermentable y vegetales variados.
  • Descanso adecuado, que influye en la microbiota.
  • Reducción del estrés crónico, que altera el ecosistema intestinal.
  • Actividad física regular, que mejora la composición bacteriana.

La microbiota no solo digiere alimentos: también dialoga con el sistema nervioso a través del eje intestino-cerebro, modulando el estrés y la inflamación.

Estrés crónico y sistema nervioso: el eje cerebro-intestino

El estrés crónico es uno de los factores más subestimados en el colon irritable. Muchas personas identifican que sus síntomas empeoran en épocas de ansiedad, exceso de trabajo o falta de descanso.

Desde la PNI, esto se explica a través del eje intestino-cerebro:

  • El intestino está recubierto por el sistema nervioso entérico, llamado “segundo cerebro”, que se comunica constantemente con el sistema nervioso central.
  • El estrés activa el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, liberando cortisol y adrenalina.
  • Esta activación sostenida altera la motilidad intestinal, aumenta la hipersensibilidad visceral y afecta a la microbiota.

En otras palabras, el intestino siente el estrés. Por eso, en el abordaje del colon irritable, no basta con modificar lo que comemos: es esencial aprender a regular el sistema nervioso mediante técnicas de respiración, mindfulness, movimiento consciente, contacto social y un adecuado descanso.

Inflamación de bajo grado: la chispa que mantiene el fuego

Durante años se pensó que el colon irritable no tenía una base inflamatoria, ya que no se detectaban las mismas alteraciones que en enfermedades inflamatorias intestinales como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn.

Hoy sabemos que sí existe una inflamación de bajo grado, difícil de detectar en analíticas rutinarias, pero suficiente para alterar la función intestinal. Esta inflamación puede deberse a:

  • Permeabilidad intestinal aumentada (“intestino permeable”).
  • Disbiosis de la microbiota.
  • Estrés sostenido y mala calidad del sueño.
  • Dietas ricas en ultraprocesados, azúcares o grasas de mala calidad.

La PNI trabaja con estrategias para modular esta inflamación desde la base: alimentación antiinflamatoria, actividad física adecuada, regulación emocional y restauración de los ritmos circadianos.

Hábitos cotidianos: la medicina silenciosa

El colon irritable no se resuelve con una pastilla ni con una dieta rígida. La clave está en los hábitos de vida, que actúan cada día sobre nuestro sistema digestivo, nervioso e inmune.

Algunas recomendaciones desde la PNI:

  • Sueño reparador: Dormir 7-9 horas, en horarios regulares, favorece la reparación intestinal y regula el sistema inmune.
  • Actividad física adaptada: El ejercicio de fuerza y el movimiento regular reducen la inflamación, mejoran la microbiota y disminuyen la hipersensibilidad visceral.
  • Ritmo circadiano: Respetar la exposición a la luz solar durante el día y reducir pantallas por la noche ayuda a regular el eje intestino-cerebro.
  • Gestión emocional: Practicar técnicas de relajación, respiración consciente o yoga contribuye a la salud digestiva.
  • Alimentación consciente: Más allá de los “qué” comer, la forma en que comemos (masticar despacio, en un ambiente relajado) impacta directamente en la digestión.

Caso clínico anónimo

María, 35 años, acudió a consulta por colon irritable con predominio de diarrea, que empeoraba en épocas de estrés laboral. Había probado dietas restrictivas con poco éxito.

Desde la PNI se abordó de manera integral:

  • Ajuste nutricional flexible, incluyendo variedad de vegetales y evitando ultra procesados.
  • Rutina de sueño regular.
  • Ejercicios de fuerza adaptados y caminatas diarias.
  • Técnicas de respiración para regular el sistema nervioso.

En 3 meses, María redujo sus crisis digestivas a la mitad, recuperó energía y mejoró su calidad de vida.

Este ejemplo refleja cómo el abordaje integrador supera la visión limitada de la dieta como único tratamiento.

Un camino integrador hacia la salud digestiva

El colon irritable es un trastorno complejo en el que dieta, microbiota, sistema nervioso, inflamación y hábitos de vida están profundamente interconectados. Limitar el tratamiento solo a la alimentación es perder de vista la raíz del problema.

La Psiconeuroinmunología (PNI) ofrece un marco de comprensión amplio, científico y humano, que permite diseñar intervenciones personalizadas para cada persona. Desde mejorar el equilibrio microbiano hasta regular el estrés y fortalecer los hábitos cotidianos, el abordaje integrador devuelve a la persona el control sobre su salud.

👉 Si sufres colon irritable o sospechas que lo padeces, recuerda que no estás solo. La PNI puede ayudarte a entender lo que ocurre en tu cuerpo y a encontrar un plan de acción adaptado a ti. Te invito a acercarte a consulta para explorar juntos un abordaje integrador que te devuelva bienestar y calidad de vida.

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4ª PUBLICACIÓN  SEMANA – 2.2 SISTEMA DIGESTIVO

Disbiosis intestinal: la raíz invisible de muchos síntomas

Descubre qué es la disbiosis intestinal, cómo se manifiesta y el enfoque terapéutico desde la Psiconeuroinmunología para recuperar la salud integral.

¿Qué es la disbiosis intestinal?

La disbiosis intestinal es un desequilibrio en la microbiota, el conjunto de microorganismos que habitan en nuestro intestino y que desempeñan funciones esenciales en la digestión, el sistema inmune, el metabolismo y la comunicación con el cerebro. Todo lo que altere este equilibrio dará como resultado alteraciones en diferentes sistemas.

Cuando la diversidad microbiana se reduce, ciertas bacterias crecen en exceso y otras disminuyen, generando alteraciones en la barrera intestinal, inflamación y síntomas tanto digestivos como extra-digestivos. Síntomas que en ocasiones no se relacionan con esa alteración de la microbiota intestinal.

¿Cómo se manifiesta la disbiosis intestinal?

Síntomas digestivos más frecuentes

  • Hinchazón y gases. En diferentes momentos del día, post prandial, hinchazón tardía por la tarde noche…
  • Dolor abdominal recurrente en diferentes áreas
  • Diarrea o estreñimiento crónico.
  • Sensibilidad a ciertos alimentos e incluso intolerancias.

Síntomas fuera del intestino

  • Fatiga crónica.
  • Problemas de piel (acné, eccema, psoriasis).
  • Dolores articulares o musculares. (sistema inmunitario)
  • Ansiedad, depresión y/o “niebla mental”. (Eje Gut- Brain axis)
  • Mayor susceptibilidad a infecciones o alergias (sistema inmune).

Esto demuestra que la disbiosis no es solo un problema del intestino, sino una alteración que afecta a todo el organismo y sus sistemas.

Disbiosis, sistema inmune y cerebro

La evidencia científica muestra la importancia del eje intestino-cerebro-inmune:

  • Nervio vago: las bacterias intestinales producen metabolitos que influyen en el sistema nervioso.
  • Sistema inmune intestinal (GALT): más del 70% de nuestras células inmunes están en el intestino de aquí la importancia de darle los cuidados necesarios para su óptimo funcionamiento.
  • Permeabilidad intestinal aumentada (“leaky gut”): cuando la barrera intestinal se debilita, moléculas inflamatorias entran en la circulación hiperactivando nuestro sistema inmune.
  • Neurotransmisores: la microbiota interviene en la síntesis de serotonina, dopamina y GABA. Sumamente importante para un sistema emocional regulado y equilibrado.

Así se explica por qué un desequilibrio microbiano puede relacionarse con depresión, ansiedad, migrañas o fatiga crónica entre otra muchas patologías.

Enfoque terapéutico desde la Psiconeuroinmunología (PNI)

La PNI clínica propone un abordaje integrativo para la disbiosis, centrado en restaurar la microbiota y por ende la comunicación entre intestino, sistema inmune y cerebro, generando la homeostasis de nuestros sistemas.

1. Alimentación como medicina

  • Incrementar fibra prebiótica (verduras, frutas, legumbres).
  • Incorporar alimentos fermentados (kéfir, chucrut, kombucha).
  • Reducir ultraprocesados y azúcares refinados.
  • Adaptar la dieta según síntomas (ej. dieta baja en FODMAPs en algunos casos).

Todo ellos con un estudio personalizado para poder optar por la mejor opción para cada caso concreto.

2. Regulación del estrés y sistema nervioso

  • Técnicas de respiración y mindfulness.
  • Ejercicio físico regular y adaptado.
  • Contacto con la naturaleza y exposición solar.

Los hábitos son unos de los mejores suplementos que existen, cuidemos los hábitos y se marcara la diferencia.

3. Higiene del sueño

Un sueño reparador es esencial para el equilibrio de la microbiota y la regulación inmunológica. Altamente infravalorado en la sociedad actual y que puede producir amplios problemas, metabólicos, inmunitarios y sistemicos por su amplia influencia en todos ellos.

4. Soporte nutricional y terapéutico

  • Probióticos y prebióticos específicos.
  • Nutrientes clave como vitamina D, omega-3 y zinc.
  • Fitoterapia moduladora (cúrcuma, quercetina, resveratrol).

Cuando se personaliza un plan de alimentación , no solo se modifican los macronutrientes sino que se procura una optima ingesta de micronutrientes ya que son importantes para muchísimas funciones

5. Personalización del tratamiento

La microbiota de cada persona es única, por lo que el tratamiento debe adaptarse a la historia clínica, contexto emocional y hábitos de vida, aportando cambios allí donde sea necesario.

La última evidencia científica

  • La disbiosis se ha relacionado con enfermedades neurodegenerativas como Parkinson y Alzheimer.
  • Se ha encontrado un patrón de microbiota alterada en enfermedades autoinmunes como artritis reumatoide o esclerosis múltiple.
  • En salud mental, la modulación de la microbiota se asocia a mejoras en ansiedad y depresión.
  • En rendimiento deportivo, una microbiota diversa mejora recuperación, inflamación y metabolismo energético.

Sanar desde la raíz

La disbiosis intestinal es un factor clave detrás de muchos síntomas aparentemente desconectados. Desde la PNI, el abordaje busca no solo aliviar molestias digestivas, sino restaurar el equilibrio integral del organismo a través de alimentación, gestión del estrés, sueño y terapias personalizadas.

El intestino es mucho más que un órgano digestivo, es un centro regulador de nuestra salud global. Cuidar la microbiota significa cuidar todo nuestro cuerpo.

Si sientes que puede ser tu caso y quieres que te acompañemos en este camino no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

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5ª PUBLICACIÓN  SEMANA – 2.2 SISTEMA DIGESTIVO

Dormir bien para digerir mejor: la conexión entre sueño, microbiota y digestión

Introducción: ¿Qué tienen en común el sueño y la digestión?

Seguro que alguna vez lo has vivido: una noche de mal descanso y al día siguiente tu estómago se siente más pesado, la digestión más lenta e incluso aparecen gases o inflamación. No es casualidad. Dormir y digerir son procesos profundamente conectados, y la ciencia empieza a descubrir cómo la microbiota intestinal y nuestros hábitos diarios son el puente que une ambos mundos.

Podríamos decir que el cuerpo es como una gran ciudad: durante el día se producen actividades, transacciones y movimiento; pero es por la noche cuando entran en juego los equipos de limpieza, reparación y organización. Si el descanso falla, la ciudad amanece caótica, sucia, sin preparar para un nuevo día. Y algo muy parecido le ocurre a tu intestino y a tu digestión.

En este artículo exploraremos cómo el sueño y la digestión se influyen mutuamente, el papel esencial de la microbiota y, sobre todo, qué puedes hacer para cuidar este delicado equilibrio.

Cuando el descanso falta, la digestión se resiente

El sueño no es simplemente “desconectar”: es un proceso biológico activo que regula hormonas, controla la inflamación y da instrucciones al sistema digestivo.

  • Cortisol y estrés digestivo: Dormir poco aumenta el cortisol, la hormona del estrés. Esto altera la motilidad intestinal, puede producir estreñimiento o diarrea y afecta al equilibrio de bacterias intestinales.
  • Hormonas del apetito: La falta de sueño modifica la grelina y la leptina, hormonas que regulan el hambre y la saciedad. Resultado: más antojos, peor selección de alimentos y digestiones más pesadas.
  • Ritmos circadianos: Nuestro intestino también tiene “relojes internos”. Si no dormimos bien, se desincronizan, afectando la producción de enzimas digestivas y la absorción de nutrientes.

👉 Estudio clave: Un trabajo publicado en Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology (2019) mostró que la privación de sueño aumenta la permeabilidad intestinal, favoreciendo la inflamación y empeorando digestiones en personas con colon irritable.

La microbiota: tus pequeños aliados nocturnos

La microbiota intestinal está formada por billones de bacterias que viven en el intestino y que participan activamente en la digestión, la producción de vitaminas y la regulación del sistema inmune.

Lo fascinante es que estas bacterias también siguen un ritmo circadiano. Durante la noche, muchas especies aprovechan para reparar el intestino, producir metabolitos beneficiosos (como los ácidos grasos de cadena corta) y modular la inflamación.

Si no dormimos bien:

  • La composición bacteriana cambia (disbiosis).
  • Aumentan bacterias proinflamatorias.
  • Disminuye la producción de sustancias como el butirato, que protegen la mucosa intestinal.

👉 Estudio clave: Investigadores de la Universidad de Wisconsin (2017) demostraron que ratones privados de sueño tenían alteraciones significativas en su microbiota, aumentando la predisposición a enfermedades metabólicas y digestivas.

Es decir: mientras tú duermes, tu microbiota trabaja para que al día siguiente tu digestión sea más eficiente y tu intestino más fuerte.

Hábitos que nutren tanto el sueño como la digestión

La conexión entre descanso y digestión es un ejemplo claro de epigenética: cómo nuestros hábitos y entorno moldean la forma en la que se expresan nuestros genes y se regulan nuestros sistemas.

Algunos consejos prácticos:

  1. Rutinas de sueño regulares
    Acostarte y levantarte a la misma hora ayuda a sincronizar tu reloj interno y el de tu microbiota.
  2. Cenas ligeras y tempranas
    Comer tarde y en exceso retrasa la digestión y dificulta el inicio del sueño. Opta por cenas con verduras, proteínas fáciles de digerir y grasas saludables.
  3. Exposición a la luz natural
    La luz del día regula la melatonina, hormona clave tanto para el sueño como para la motilidad intestinal.
  4. Evitar pantallas antes de dormir
    La luz azul interfiere en la producción de melatonina. Cambia el móvil por un libro ligero o ejercicios de respiración.
  5. Movimiento y deporte moderado
    La actividad física regular mejora tanto la calidad del sueño como la diversidad de la microbiota.

👉 Estudio clave: Un metaanálisis en Frontiers in Psychiatry (2020) encontró que la higiene del sueño adecuada reduce síntomas digestivos asociados a colon irritable hasta en un 30%.

Conclusión: cuida tu noche para cuidar tu digestión

Dormir bien no es un lujo: es una necesidad biológica que impacta directamente en tu digestión, en tu microbiota y en tu bienestar general. Como una ciudad que necesita su limpieza nocturna, tu cuerpo depende de ese tiempo de reparación para funcionar en equilibrio.

Si llevas tiempo sintiendo que tu digestión falla, que te falta energía o que tu descanso no es reparador, quizá no se trate solo de lo que comes, sino también de cómo duermes. La buena noticia es que ambos se pueden entrenar, mejorar y alinear.

En el Centro Madaka trabajamos desde la Psiconeuroinmunología (PNI), la nutrición y la terapia integrativa para ayudarte a recuperar el equilibrio entre tu digestión, tu descanso y tu energía vital.

Porque no se trata solo de comer bien o dormir más: se trata de entender cómo tu cuerpo funciona como un todo y darle las herramientas que necesita para repararse.

👉 Si quieres aprender a cuidar tu sueño, tu microbiota y tu digestión de manera personalizada, te invito a dar el primer paso. Reserva tu cita en Madaka y descubre cómo pequeños cambios pueden transformar tu salud.

Si sientes que puede ser tu caso y quieres que te acompañemos en este camino no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

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6ª PUBLICACIÓN  SEMANA –  SISTEMA DIGESTIVO

Ansiedad y sistema digestivo: cuando las emociones se sienten en el abdomen

¿Has notado un “nudo” en el estómago antes de una reunión importante? ¿Hinchazón o urgencia al baño cuando vives épocas de estrés? No es casualidad. Tu intestino y tu cerebro están conectados por una autopista de doble sentido, el eje intestino-cerebro, que integra sistema nervioso autónomo (especialmente el nervio vago), sistema inmunitario, hormonas del estrés (eje HPA) y la microbiota.

En clínica vemos con frecuencia síntomas digestivos ligados a la ansiedad: dolor abdominal, diarrea o estreñimiento, hinchazón, náuseas, reflujo, gases y sensación de vaciamiento incompleto. Cuando estos síntomas persisten sin una causa orgánica clara, hablamos de trastornos de la interacción intestino-cerebro (antes “funcionales”), como el síndrome de intestino irritable (SII/IBS) o la dispepsia funcional. La comorbilidad con ansiedad y depresión es alta y bidireccional: la ansiedad empeora el intestino… y el malestar digestivo aumenta la ansiedad.

Como terapeuta en Psiconeuroinmunología (PNI), mi objetivo en  centro Madaka (terapia integrativa) es ayudarte a romper ese círculo, regulando nervio vago y respuesta inflamatoria, mejorando hábitos y microbiota, y entrenando estrategias de afrontamiento que estabilicen tu sistema.

¿Qué es exactamente el eje intestino-cerebro?

El eje intestino-cerebro integra cuatro “canales” principales:

  1. Neuronal: conexión directa a través del nervio vago (vía aferente/eferente) y del sistema nervioso entérico, que ajustan motilidad, sensibilidad visceral y secreciones.
  2. Endocrino-metabólico: el estrés activa el eje HPA (hipotálamo-hipófisis-adrenal) y libera cortisol; a nivel intestinal, esto modifica permeabilidad, tránsito y secreciones.
  3. Inmunitario: citoquinas y la vía colinérgica antiinflamatoria del vago modulan la inflamación de mucosa; cuando se desregula, aparece hipersensibilidad visceral.
  4. Microbiota y metabolitos: los microbios producen AGCC (butirato, propionato), neurotransmisores/precursores (GABA, triptófano/serotonina) y moduladores biliares que influyen en motilidad y estado de ánimo.

La clave: es bidireccional. Lo psicológico impacta en el intestino y lo intestinal impacta en la mente. Por eso, tratar solo una punta del eje suele ser insuficiente (p. ej., ansiolítico sin intervenir en microbiota y hábitos, o dieta sin regular el estrés).

¿Cómo la ansiedad “enciende” el intestino?

Cuando vivimos en hiperalerta (reuniones, presión, cuidados, duelos, hipervigilancia), el sistema nervioso autónomo se inclina hacia lo simpático, y baja el tono vagal. Esto genera:

  • Cambios de motilidad: tránsito acelerado (diarrea y urgencia) o enlentecido (estreñimiento).
  • Hipersensibilidad visceral: el umbral del dolor baja; sensaciones normales se perciben como dolorosas.
  • Permeabilidad aumentada (“leaky gut”): más paso de antígenos → microinflamación de bajo grado y más activación del eje HPA.
  • Cambios en microbiota: estrés crónico se asocia a disbiosis (menos diversidad, cambios en bacterias productoras de butirato), con impacto en ánimo y dolor abdominal.

Resultado: más dolor, hinchazón, gases, alternancia diarrea-estreñimiento, náuseas, reflujo y fatiga—todo ello retroalimentando la ansiedad.

¿Y al revés? Cuando el intestino alimenta la ansiedad

Los trastornos de interacción intestino-cerebro (como intestino irritable) tienen alta comorbilidad con ansiedad/depresión. Esto no significa que “todo sea psicológico”: implica que comparten vías (inmuno-neuro-endocrinas) y, por tanto, el tratamiento debe ser integrativo.

  • Dolor persistente + incertidumbre diagnóstica → hiper activación de amígdala (amenaza) y mayor vigilancia interoceptiva.
  • Disbiosis → cambios en metabolitos (AGCC, triptófano) que modulan neurotransmisión y estado de ánimo.
  • Inflamación de bajo grado → citoquinas proinflamatorias con efecto “sickness behavior” (apatía, anhedonia, fatiga).
  • Bajo tono vagal → peor modulación del eje HPA y de la inflamación.

¿En qué ayuda la Psiconeuroinmunología (PNI)?

La PNI integra neurociencia, inmunología, endocrinología y estilo de vida para recalibrar  el eje intestino-cerebro. En centro Madaka (terapia integrativa) trabajamos por bloques:

1) Evaluación integral (1ª–2ª sesión)

  • Historia clínica PNI (síntomas digestivos/emocionales, sueño, dolor, alimentación, actividad física, ciclo vital).
  • Identificación de disparadores (ritmos irregulares, comidas gatillo, cafeína/ultraprocesados, sobrecarga laboral).
  • Revisión de analíticas previas cuando aportas informes (y, si procede, derivación médica).
  • Definición de objetivos: p. ej., “reducir urgencia al baño y dolor abdominal en 8–12 semanas”, “mejorar sueño y tono vagal”.

2) Regulación autonómica y vagal

  • Respiración diafragmática y biofeedback de variabilidad cardiaca (HRV) a frecuencia de resonancia (≈4,5–6,5 resp/min). Mejora tono vagal, ansiedad y dolor abdominal en parte de los pacientes. Evidencia creciente en ansiedad y en trastornos de interacción intestino-cerebro (revisión escoping 2025; revisiones narrativas previas).
  • Estímulos vagales no invasivos (frío facial breve, gárgaras/voz, masaje auricular) y coherencia respiratoria para modular la vía colinérgica antiinflamatoria.

3) Nutrición terapéutica graduada

  • Patrón antiinflamatorio (tipo mediterráneo) con fibra y polifenoles (verduras, frutas, legumbres toleradas, AOVE, frutos secos, especias).
  • Detección y manejo de comidas gatillo individuales (cafeína, alcohol, picantes, grasas muy procesadas).
  • En síndrome intestino irritable sintomático, podemos valorar una fase corta y guiada de baja carga FODMAP, con reintroducción estructurada (no es para todos, ni a largo plazo).
  • Micronutrición según caso (magnesio, omega-3, vitamina D si déficit, etc.) y sincronización de comidas para estabilidad del eje HPA (evitar grandes ayunos en fases de alta ansiedad para después periodizar).

4) Microbiota y “psicobióticos”

  • Probióticos y prebióticos no son la panacea. La evidencia sobre ansiedad es mixta: hay meta análisis con beneficios modestos y otros sin diferencias significativas; la respuesta es heterogénea y cepa-dependiente.
  • ¿Cómo lo usamos? Prueba controlada por objetivos (8–12 semanas), priorizando cepas con racional fisiológico (p. ej., Bifidobacterium longum, Lactobacillus rhamnosus en ciertos perfiles), junto con alimentación y regulación autonómica. Si no hay respuesta clara, retiramos.

5) Sueño, movimiento y mente

  • Higiene del sueño (regularidad, luz matinal, anclajes respiratorios al acostarte) para bajar hiperalerta.
  • Movimiento aeróbico y fuerza moderados para modular HPA y mejorar sensibilidad visceral.
  • Entrenamiento de atención interoceptiva segura (mindfulness breve guiado) para reducir catastrofismo y reactividad.

6) Seguimiento y ajuste

  • Revisiones cada 2–4 semanas para objetivar cambios: frecuencia y forma de heces (escala de Bristol), dolor (EVA), urgencia, hinchazón y marcadores de bienestar (sueño, energía, ansiedad percibida).
  • Si hay señales de alarma (sangrado, pérdida de peso inexplicada, fiebre, dolor nocturno intenso, anemia…), derivación médica inmediata.

¿Qué puedes esperar en 8–12 semanas?

Cada caso es único, pero los objetivos realistas incluyen:

  • Menos episodios de urgencia y dolor.
  • Menos hinchazón y gases.
  • Mejor descanso y sensación de control.
  • Mejor tolerancia a comidas antes “gatillo”.
  • Reducción de la ansiedad basal y mayor tono vagal (medido por HRV cuando lo trabajamos con biofeedback).

Preguntas frecuentes

1) ¿Tengo SII (sindrome intestino irritable) si la ansiedad me afecta al intestino?
No necesariamente. La ansiedad puede agravar síntomas sin cumplir criterios de IBS. Una evaluación PNI ayuda a diferenciar y a priorizar intervenciones seguras y útiles.

2) ¿Un probiótico solucionará mi ansiedad?
En algunos casos ayuda, pero no sustituye a regular el sistema nervioso, mejorar el patrón alimentario y abordar el contexto vital. La evidencia es heterogénea; por eso aplicamos pruebas con objetivo y tiempo.

3) ¿El biofeedback de HRV funciona para todos?
No para todos, pero es una herramienta prometedora, de bajo riesgo y coste, útil para aprender a activar el vago y modular la respuesta al estrés; la evidencia en ansiedad es consistente y está emergiendo en digestivo.

¿Por qué centro Madaka (terapia integrativa) ?

  • Visión PNI clínica: integramos intestino, sistema nervioso y estilo de vida.
  • Plan individualizado: sin dogmas; priorizamos lo que te funciona y retiramos lo que no aporta.
  • Acompañamiento realista: herramientas que puedes mantener en tu día a día (respiración, ritmo de comidas, exposición progresiva a alimentos, rutinas de sueño)

¿Te resuena? Da el paso, reserva una primera visita en centro Madaka  y empecemos a calmar el intestino y la mente desde la raíz.

Te acompaño con un plan de 8–12 semanas para reducir síntomas digestivos ligados a la ansiedad y recuperar tu bienestar.

Centro MADAKA yoga y terapia integrativa

https://madakayoga.es/

Mikel Embil  659008772 (whatsapp)

Calle Toki Eder 1, 31430 , Aoiz /Agoitz, Navarra

BLOG PNI (SISTEMA DIGESTIVO Y HÁBITOS)

7ª PUBLICACIÓN  SEMANA –  SISTEMA DIGESTIVO

Alimentación consciente: mucho más que contar calorías

Vivimos en una época donde la alimentación se ha convertido en una continua ecuación de números. Contamos calorías, gramos de proteína y porcentajes de grasa con la esperanza de encontrar la fórmula perfecta para sentirnos bien. Sin embargo, a pesar de todo ese control, cada vez hay más problemas digestivos, más inflamación, más cansancio, más ansiedad en torno a la comida.

Y es que comer no es solo un acto biológico: es una forma de relacionarnos con nosotros mismos y con el entorno. Desde la Psiconeuroinmunología (PNI), la alimentación consciente no se trata solo de “comer bien” o “comer limpio”, sino de entender lo que tu cuerpo necesita, cuándo lo necesita y por qué lo necesita.

La verdadera nutrición no empieza en el plato, sino en la mente, en las emociones y en las comprensión de la interacción de estas en cada momento.

Comer con consciencia: escuchar antes que controlar

La mayoría de las personas comen desde la prisa: el desayuno entre correos electyrónicos, la comida frente al ordenador, la cena mientras se revisan las redes sociales. En ese contexto, el cuerpo no puede digerir bien porque no estamos presentes en lo que estamos haciendo.

Comer conscientemente implica recuperar el sentido original de la comida: nutrirse, compartir, disfrutar, conectar con familia, tribu y con nosotros mismos.
No se trata de prohibirse alimentos, sino de comprender qué necesitas, que te sienta bien y qué no, entender que ocurre para que algo nos siente mal. Se trata de aprender a escuchar las señales del cuerpo: el hambre real, la saciedad, la ansiedad, el cansancio o la inflamación.

En consulta, muchas personas descubren que no era el pan, ni el café, ni la lactosa su problema… sino el ritmo, el estrés o la forma en que comían. La PNI nos enseña a mirar más allá del síntoma y a observar el contexto: La regulación del sistema nervioso, el descanso, el entorno emocional, la microbiota intestinal…

El cuerpo habla constantemente. Pero solo si bajamos el ruido externo podemos empezar a escucharlo.

El cerebro y el intestino: un diálogo continuo

La ciencia ha confirmado lo que la sabiduría corporal intuía: el intestino es nuestro segundo cerebro.
Allí se produce más del 90 % de la serotonina (la hormona del bienestar), se alberga el 70 % del sistema inmune y millones de bacterias trabajan en sincronía para aportarnos todo aquello que necesitamos para ser nuestra mejor versión. El cuerpo no nos ataca.

Cuando vivimos con estrés, ansiedad o falta de descanso, ese diálogo entre cerebro e intestino se distorsiona. Aparecen signos y síntomas como, digestiones pesadas, hinchazón, gases, intolerancias o cambios en el apetito.

Una persona puede comer una ensalada “saludable”, pero si lo hace con estrés, sin tiempo, o sin alegría, esa comida no se digiere igual. El cuerpo, nuestro sistema límbico, no diferencia entre un ataque físico y uno emocional: si estás en alerta, tu sistema digestivo se apaga para priorizar la supervivencia.

Por eso, en la PNI no solo hablamos de qué comes, sino también de cómo, cuándo y con qué estado emocional.
El objetivo no es imponer una dieta, sino reeducar la relación con la comida.

PNI: entender para transformar

La Psiconeuroinmunología integra el funcionamiento del sistema nervioso, el endocrino, el inmune y el digestivo. A través de esa red, todo lo que pensamos, sentimos o comemos tiene un impacto fisiológico real.

Por ejemplo:

  • El estrés prolongado altera el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, elevando el cortisol, las catecolaminas y dificultando la digestión.
  • Dormir poco o mal altera la microbiota y aumenta la inflamación sistémica.
  • Comer con ansiedad puede cambiar la motilidad intestinal y favorecer disbiosis.

Por eso, el trabajo en consulta no se centra únicamente en el alimento, sino en el contexto de la persona.
Cada pauta alimentaria tiene sentido dentro de su historia, su ritmo vital, sus emociones y su entorno.

El abordaje es siempre individualizado: dos personas con el mismo síntoma digestivo pueden necesitar estrategias completamente distintas.

Más allá de las calorías: lo que realmente importa

Contar calorías puede ser útil en algunos contextos, pero cuando se convierte en el centro, se pierde la conexión con el cuerpo.
El número sustituye al sentir y apaga las señales hormonales naturales.

Comer conscientemente es mirar el alimento con respeto, preguntarte qué te aporta, cómo lo cocinas, cómo te sienta, qué emoción hay detrás de cada elección.
La pregunta no es “¿cuántas calorías tiene esto?”, sino “¿me nutre, me calma o me irrita?”.

En consulta trabajamos con herramientas de educación nutricional para reconectar con la fisiología natural del hambre y la saciedad, con estrategias que ayudan a restaurar la señal leptina-grelina, mejorar la digestión, y recuperar la sensibilidad a las señales corporales.

Al comprender el porqué de tus síntomas y tus elecciones, la comida deja de ser un campo de batalla para convertirse en un medio de autocuidado que te aporta salud, vitalidad y una buena longevidad. No es cuestión de vivir más sino de vivir mejor.

Alimentación, ritmos y descanso

El cuándo comemos también importa.
Nuestros ritmos circadianos, ese reloj biológico interno, marca momentos de mayor y menor sensibilidad a la insulina, mayor o menor capacidad digestiva, o distintas fases hormonales, entre otras muchas cosas.

En PNI, no solo se busca lo que entra por la boca, sino cuándo y bajo qué condiciones fisiológicas.
Comer tarde, en tensión, o sin descanso suficiente altera los mecanismos de reparación, la microbiota y el equilibrio metabólico.

Reaprender a comer en calma, a respetar los horarios y a descansar profundamente es una forma de terapia invisible pero muy poderosa y que solo cada uno puede cambiar y mejorar.

Comer con emoción, no desde la emoción

Todos tenemos momentos en los que comemos por tristeza, ansiedad, euforia o soledad. Es propio del ser humano. La alimentación consciente no busca eliminar esas emociones, sino comprenderlas.

Desde la PNI, trabajamos para que la persona aprenda a distinguir cuándo hay hambre fisiológica y cuándo hay hambre emocional, y qué está intentando compensar con la comida. A veces no falta disciplina, sino presencia y comprensión.

Cuando aprendemos a nutrir también las emociones, no solo el cuerpo, la relación con la comida cambia radicalmente.

El proceso de transformación

El cambio hacia una alimentación consciente no sucede de un día para otro.
Requiere educación, autoconocimiento y acompañamiento.

En consulta, el trabajo comienza por escuchar la historia del paciente, su digestión, su descanso, su estrés, sus rutinas y emociones.
A partir de ahí se diseñan pautas personalizadas que integran alimentación, descanso, movimiento y gestión emocional.

No hay dos cuerpos iguales, ni dos historias iguales.
Y eso hace que cada proceso sea único y profundamente humano.

Volver a sentir para volver a nutrirse

Comer conscientemente no es una moda, es volver a un equilibrio que el cuerpo nunca olvidó. Es salir del piloto automático y reconectar con lo esencial: tu cuerpo, tu respiración, tu hambre real, tus ritmos.

Cada bocado puede ser una oportunidad para escucharte, para cuidarte, para sanar.
La Psiconeuroinmunología no te enseña a comer “perfecto”, sino a vivir desde la coherencia entre lo que piensas, sientes y haces. Y cuando eso ocurre, la alimentación deja de ser un esfuerzo y se convierte en un acto de amor propio y autocuidado único.

En MADAKA, te acompañamos en ese camino

En nuestro centro en Aoiz, trabajamos desde la PNI, la nutrición, la osteopatía, el Yoga, el pilates y el movimiento consciente para ayudarte a restaurar tu equilibrio físico y emocional.

Si sientes que ha llegado el momento de comprender de verdad lo que tu cuerpo necesita, te acompañamos para hacerlo posible.

Centro MADAKA yoga y terapia integrativa

https://madakayoga.es/

Mikel Embil  659008772 (whatsapp)

Calle Toki Eder 1, 31430 , Aoiz /Agoitz, Navarra